Los ejecutivos han sobrestimando el futuro impacto del cambio climático en sus operaciones desde 2022. Sin embargo, en 2025, la realidad superó la previsión. Esta concordancia entre percepción y realidad pone de relieve la necesidad de tomar más en serio el riesgo climático.
A pesar de ser una amenaza constante, los daños medioambientales nunca han ocupado un lugar destacado en la agenda de riesgos de los ejecutivos. La brecha entre las expectativas de los directivos y la realidad indica que están dando prioridad a otros riesgos.
El año pasado, los ejecutivos esperaban que la preocupación por el riesgo de las emisiones de gases de efecto invernadero siguiera siendo alta, pero en cambio ha disminuido considerablemente. En este punto de inflexión crítico de la transición energética, reducir el riesgo de las emisiones de gases de efecto invernadero debe seguir siendo una prioridad.
Por segundo año consecutivo, los ejecutivos han subestimado la amenaza del riesgo de transición energética. Este riesgo no se ha disipado y se espera que siga aumentando en los próximos 12 meses.
