Tanto las instituciones financieras tradicionales como los nuevos actores están invirtiendo en el desarrollo de nuevas tecnologías para prestar servicios financieros a una gama más amplia de clientes y más allá de las fronteras internacionales. Estas herramientas están dando forma a cómo se prestan los servicios, augurando una mayor inclusión y más eficiencias, si bien el entusiasmo por las oportunidades debe moderarse con enfoques eficaces a la necesidad de un mejor gobierno corporativo y a los riesgos cambiantes que conllevan, respecto a los cuales incluso los reguladores están luchando por mantenerse actualizados, en particular en ámbitos como las criptomonedas. 

La historia nos enseña que la actual situación económica, de gran complejidad, podría traer consigo una oleada de delitos financieros. Sin embargo, el aumento de la regulación y el cumplimiento en materia de ESG, junto con el activismo medioambiental y social, será la cuestión que probablemente domine el sector financiero en la próxima década.